Publicado el : 12/05/2022
Categorías : Empanadas
Si hablamos de productividad o desempeño laboral, ¿qué es en lo primero que piensas? Suponemos que en la formación, la motivación de los empleados, la capacidad de concentración de los mismos, en la importancia de un buen ambiente de trabajo... Sin embargo, existe una cuestión personal directamente relacionada con nuestra forma de vivir y que tiene un gran impacto en el desempeño de cualquier actividad pero pasa mucho más desapercibida en nuestro trabajo y nos referimos a LOS HABITOS ALIMENTICIOS.
¿Sabías que, según un estudio de la OIT (Oficina Internacional del Trabajo), la mala alimentación reduce la productividad laboral en un 20%? Este porcentaje incluye una variedad de problemas relacionados con los malos hábitos alimentarios: obesidad y diversas enfermedades crónicas, una dieta no adecuada para el trabajo y, en algunos casos, hasta desnutrición.
Una alimentación desequilibrada puede tener efectos adversos para la salud a medio y largo plazo y, por tanto, también afectar negativamente a la capacidad y eficacia de las actividades laborales. Por ello, lo importante es saber mantener una dieta y ser capaces, algunas veces a la semana, de darnos caprichos.
Lo aconsejable es regular la alimentación y el número de calorías en función del tipo de trabajo que realice y de sus circunstancias personales:
La calidad de nuestra alimentación es la base de nuestra vida laboral, social y familiar y, sobre todo, de nuestra salud. El sentido común nos dice que es necesario comer de forma equilibrada, no excederse, evitar las grasas y no abusar de las bebidas alcohólicas y la cafeína. Pero lo verdaderamente sano es saber encontrar el equilibrio entre comer lo que debemos y también saber incluir, sin abusar, de lo que queremos. Abusar tanto de comidas no saludables como de las saludables en exceso, puede conllevar el poner en peligro nuestro bienestar y salud.
Por ello: EQUILIBRIO, siempre.